miércoles, 25 de febrero de 2009
sábado, 21 de febrero de 2009
Los Muertos Viven en Beida
Fue un éxtasis de principio a fin.
La nostalgia me da más duro que nada. Esos sitios, esos objetos, cartas en el piso, poemas en las paredes, son la nostalgia en pasta. Me dan ganas de llorar, me encantan.
Lo que me tostaba
la cabeza era lo que me trataban de decir las cosas que me encontraba. ¿Por qué las dejaron tiradas asi? Todo como a la mitad, tan repentinamente: unas cartas en el suelo, cigarrillos fumados a la mitad. ¿Por qué no terminar ese juego, ese cigarrillo? ¿Cuál era el afán, para ir a hacer qué? ¿A dónde querían ir? ¿O a dónde no querían ir, más bien? ¿Los obligaron a irse, quién? ¿Por qué?
Pero no solamente son preguntas sin ton ni son, es aquí donde se despierta la curiosidad, la mente del espía, del detective. Es un esfuerzo en conjunción, una formula perfectamente concertada, el de usar la imaginación desalmada y la lógica infalible para deducir. Que lo diga Sir Arthur Connan Doyle. O como una escena de CSI, o un montage fotográfico Borgiano; a cada rato esperaba encontrarme un cuerpo putrefacto entre los escombros.
Aquellos sospechosos montículos de pelo tal vez animal en esa cocina derroída verdaderamente no se veían muy reconfortantes. Creo que en ese punto fue que la situación se puso algo inquietante (a falta de mejor palabra castellana, algo como eerie, o uncanny (sólo Freud sabe a qué me refiero)).
Las ocasionales moscas grandes y negras me hacían volar la imaginación. Son típicas de los cadáveres.
Pero en este caso era por los ocasionales montoncitos de mierda.
(Nótese que allá no hay animales salvajes que se metan a cagar en la mitad de una sala. Además la consistencia, el tamaño, cantidad y color eran inconfundibles. Quién era entonces y qué putas tenía en la cabeza cuando decidió acuclillarse al mejor estilo chino entre un álbum de monas y el forro de una cámara, es lo que hasta el día de hoy todavía me tuesta la cabeza)
O tal vez alguien sí se murió ahí.
Ciertas cosas sí son claras. Alguien muy seguramente hizo el amor ahí. O tuvo sexo, por lo menos. ¿Se vino ella también? O el podría ser impotente. ¿Nacío una persona a raíz de eso? ¿Seguirán juntos? ¿Se querían?
¿O el condón sería de alguien dejando la sucia evidencia de un torrido amorío de ida para a la casa para comer con la familia? ¿Sería ese lugar eso entonces, donde la gente hacía una parada durante el día a dejar los rastros de sus vicios e inmundicias que no concordaban con el orden y la pulcritud del sístema, del juego en el que aceptan ser parte?
Las botellas de vino vacías indican que alguien muy seguramente se emborrachó ahí. ¿Cuántos eran? ¿Serían niñitos? ¿Serían adultos reprimidos como sólo se dan acá en China? ¿Jugarían la versión china de La Verdad O Se Atreve? ¿Alguien se empelotó? ¿Alguien perdió la virginidad?
¿Alguien se suicidó aquí?
Me sentía como una niña ahí adentro. Recuerdo ahora que cuando pequeña me encantaba hacer exactamente a esto, irme a explorar sola. Divagar sin rumbo previo por ahí, sin noción relojerífica del tiempo, por la finca en Cali, la finca en Guasca, pedazos de edificios en construcción, cuartos abandonados. En ese tiempo era todavía más autista, y en sitios así, hablaba mucho sola. Era imposible, como ahora, no ponerse a imaginar indefinidamente con cada cosa que me encontraba. ¿Dónde está esa gente ahora? ¿Se imaginan que tengo frente a mí sus pantalones militares, frente a mí el sofá desmigajado donde jugaron mil juegos, mil noches, a las cartas, saben que mil personas los podrían ver a través de mi cámara? ¿Tienen idea a quién le encomendaron sus recuerdos, su basura, su pasado?
Fuera el condón, las botellas de vino, los poemas, los estickers en alemán o de Dragon Ball Z, todo habla de la vida secreta de la gente, todo llego ahí por una razon. Tal vez no sea una razón magnanima y grandiosa, fatídica y novelesca, pero sin embargo una razón, ya sea una razón idiota y de ínfima importancia.
Congelado en el tiempo, en posicion;
era perfecto, y yo lo encontré, y todavía no me la creo.
Depronto por eso me gusta leer, y aun más escribir, porque esas casas viejas son como esqueletos de libros, estructuras casi vacías que se pueden rellenar con las vidas que queramos.
jueves, 12 de febrero de 2009
GRANDMOTHER REMEMBERED
You fold and unfold shirts
as if you were tying and untying time.
Here the stockings and the shoe box
on this side the thick shawl for the afternoon cold
the dark dress for the feast of shadows
the red one to soften sorrow.
In the chest
the veil of childhood
and the velvet of years’ sleep.
The embroidered camisole takes its nap under the sheets
and the silk handkerchief keeps relics of remembrance.
The house you carry
about bundled
is a backyard of time
and a patio of cherry trees
it is dinner served for all at night
children in gardens and a hidden secret.
Pages where there are poems
prayers and dreams.
A bunch of violets
smelling of jasmine
of mint
of wind.
An icon of luminous background
sleeps in the living room
and the word waits
in the entrance
with the cup of wine
a two-letter tablecloth
and the bell that tolls recalling the dead.
The house you carry about
knitted in silence
folds and unfolds your dream and your sleeplessness.
--Luz Mary Giraldo
Bogotá, 2007
Translation: Nicolás Suescún
as if you were tying and untying time.
Here the stockings and the shoe box
on this side the thick shawl for the afternoon cold
the dark dress for the feast of shadows
the red one to soften sorrow.
In the chest
the veil of childhood
and the velvet of years’ sleep.
The embroidered camisole takes its nap under the sheets
and the silk handkerchief keeps relics of remembrance.
The house you carry
about bundled
is a backyard of time
and a patio of cherry trees
it is dinner served for all at night
children in gardens and a hidden secret.
Pages where there are poems
prayers and dreams.
A bunch of violets
smelling of jasmine
of mint
of wind.
An icon of luminous background
sleeps in the living room
and the word waits
in the entrance
with the cup of wine
a two-letter tablecloth
and the bell that tolls recalling the dead.
The house you carry about
knitted in silence
folds and unfolds your dream and your sleeplessness.
--Luz Mary Giraldo
Bogotá, 2007
Translation: Nicolás Suescún
domingo, 8 de febrero de 2009
¿Usted También Va a Tsinghua?
Me levanto a las 8 a.m. cuando los negocios empiezan a despertar. Salgo muy rápido. En el consulado chino en Hong Kong un letrero me saluda contándome que necesito el certificado de nacimiento mío y de mi hermana si quiero que ella me “pida.” Esto no va muy bien con mi plan. Ya tenía una supuesta carta de ella, supuestamente invitándome a China y certificando que me podía quedar en su casa.
Estos eran unos de tantos requisitos ridículos que se inventaron a último minuto para tratar de controlar la llegada de tantos waiguoren, tantos extranjeros. Todo para tratar de aparentar un supuesto orden – su obsesión y su mayor virtud – frente al escrutinio internacional que se les avecinaba respecto a sus leyes y su burocracia.
Pues si lo querían hacer lo más gringo posible, lo lograron.
Tendré entonces que hacer el trámite como una vil turista. Tendré (aunque en este momento todavía no lo sé) que ver el letrero digital de letras rojas y satánicas, ipso facto salir corriendo a reservar un supuesto tiquete de vuelta a Estados Unidos, reservar varias noches en un supuesto hostal en Beijing y mostrarles a los duendes sin cabeza del Consulado las pruebas de toda esta farsa.
La reserva de hotel se puede hacer y después cancelar sin pagar, por Internet y con tarjeta de crédito, pero comprar un tiquete de avión es otra cosa más complicada. Tengo que ir a una agencia de viajes, donde pueden hacer una reserva provisional,
--dónde hay agencias de viajes, por supuesto no cerca, sino al otro lado de la bahía, en Kowloon, yo estoy en Tsim Sha Tsui, en el guetto, entonces cojo ferry porque es barato, costos al mínimo ("este viaje no va a existir monetariamente"), busco la agencia, caminando como una endemoniada, esquivando gentes como pasando abuelos en carro por la autopista, las piernas no me dan más, y cómo, si subsisto enteramente de agua, café enlatado (Nescafé, por supuesto) y pan de 7-11, y costos al mínimo, este viaje no existe, esto nunca fue, de aquí salgo con visa, todo va a estar bien, de Beijing me voy en diciembre, van a ver, o por lo menos un mes, nada más un mes, que un mes en Beijing vale por 12 en cualquier parte del mundo. Camino, salto charcos, corro, troto, marcho con paso maratonero, y por fin encuentro la agencia, y -- Niña, quiere pasillo o ventana? Me importa un pito si me quiere sentar en el carrito de los refrigerios, déme esa puta reserva ya, que me cierran el Consulado a las 3 p.m.
Después volver a coger ferry, y yo con este mareo de tierra alborotado, que ferry para aquí, que ferry para allá, que todo se sigue moviendo aún cuando hago fila afuera y rezo pidiendo cacao como sólo sabe hacerlo un ateo.
Pero yo no soy extranjera, no ven, yo soy laowai, extranjera asentada, extranjera enamorada, expatriada entregada en cuerpo, vida, bicicleta y alma a quedarme acá y enseñar inglés a niños, jóvenes y adultos, a documentar y retratar con la verdad sus vidas sencillas pero profundas, vanas y enrevesadas, su sabiduría arcaica, su incoherencia creativa, sus contradicciones esas 自相矛盾 (si ven, ¡hasta sé escribir caracteres! ¡hasta me sé sus dichos y sus historias!), su silencio de catacumba, su bullicio de escarcha escarlata. No ven, escribí en este diario hace unas líneas que Lejos los siento cerca, miren, dije que No los entiendo pero los siento, que el puentecito en Houhai por el que cruzó Marco Polo, las ruinas de una autentica muralla china en Mutianyu, y sentir el libre galope de un caballo salvaje en Mongolia Interior (esa calmada planicie, mi caoyuan) me conmueven hasta las lágrimas ¿y así y todo quieres que me vaya? Yo que te he querido, China, como nadie nunca te querrá, con estas ansias, este ímpetu, que me cerraste tantas puertas en la cara después de que recité versos de ti a todo quien conocía, que por ti deje el Pueblo, mis amigos, mi familia --yo que aun pienso en ti para pasar juntos el resto de mi vida ¿y tú, tú me traicionas así? Si yo estudio en Tsinghua, sí, igual que usted en su jaula de vidrio, el que tiene mi visa y mi futuro en sus manos, la misma Tsinghua donde estudiaron tantos jefes de estado, la que exploré en mi bicicleta oxidada,
donde saboreé su débil sol en un pasto falso de hierbas cortopunzantes, y aun así te amé, China, maldita rancia prostituta traicionera, y aun así, todavía te quiero, y te quiero cerca de mí, porque te llevo adentro, muy adentro.
Pero no soy nada para ti. Ya lo entiendo.
-------------------
China me traicionó con los Olímpicos. Los prefirió a ellos que a mí, es claro.
Y yo la entiendo. Era lo mejor para ella. Yo solo quiero que sea feliz. Era, o los Aoyunhui, o inmigrantes bobos enamorados como nosotros. Escogió bien. Pa'fuera todos.
Es sólo que me puede la ironía de que lo que un día me trajo a ti, hoy nos separe.
--------------
Entré a Hong Kong un junio 17 del 2008. Tiempo perfectamente calculado: mi visa en ese momento se vencía el 1ro de julio.
Por enamorada desesperada patetica necesitada y rastrera, no sólo no me dieron visa nueva, además, me quitaron un día.
El 20 de junio, sí, me dieron una nueva visa – pero de 10 días.
Estos eran unos de tantos requisitos ridículos que se inventaron a último minuto para tratar de controlar la llegada de tantos waiguoren, tantos extranjeros. Todo para tratar de aparentar un supuesto orden – su obsesión y su mayor virtud – frente al escrutinio internacional que se les avecinaba respecto a sus leyes y su burocracia.
Pues si lo querían hacer lo más gringo posible, lo lograron.
Tendré entonces que hacer el trámite como una vil turista. Tendré (aunque en este momento todavía no lo sé) que ver el letrero digital de letras rojas y satánicas, ipso facto salir corriendo a reservar un supuesto tiquete de vuelta a Estados Unidos, reservar varias noches en un supuesto hostal en Beijing y mostrarles a los duendes sin cabeza del Consulado las pruebas de toda esta farsa.
La reserva de hotel se puede hacer y después cancelar sin pagar, por Internet y con tarjeta de crédito, pero comprar un tiquete de avión es otra cosa más complicada. Tengo que ir a una agencia de viajes, donde pueden hacer una reserva provisional,
--dónde hay agencias de viajes, por supuesto no cerca, sino al otro lado de la bahía, en Kowloon, yo estoy en Tsim Sha Tsui, en el guetto, entonces cojo ferry porque es barato, costos al mínimo ("este viaje no va a existir monetariamente"), busco la agencia, caminando como una endemoniada, esquivando gentes como pasando abuelos en carro por la autopista, las piernas no me dan más, y cómo, si subsisto enteramente de agua, café enlatado (Nescafé, por supuesto) y pan de 7-11, y costos al mínimo, este viaje no existe, esto nunca fue, de aquí salgo con visa, todo va a estar bien, de Beijing me voy en diciembre, van a ver, o por lo menos un mes, nada más un mes, que un mes en Beijing vale por 12 en cualquier parte del mundo. Camino, salto charcos, corro, troto, marcho con paso maratonero, y por fin encuentro la agencia, y -- Niña, quiere pasillo o ventana? Me importa un pito si me quiere sentar en el carrito de los refrigerios, déme esa puta reserva ya, que me cierran el Consulado a las 3 p.m.
Después volver a coger ferry, y yo con este mareo de tierra alborotado, que ferry para aquí, que ferry para allá, que todo se sigue moviendo aún cuando hago fila afuera y rezo pidiendo cacao como sólo sabe hacerlo un ateo.
Pero yo no soy extranjera, no ven, yo soy laowai, extranjera asentada, extranjera enamorada, expatriada entregada en cuerpo, vida, bicicleta y alma a quedarme acá y enseñar inglés a niños, jóvenes y adultos, a documentar y retratar con la verdad sus vidas sencillas pero profundas, vanas y enrevesadas, su sabiduría arcaica, su incoherencia creativa, sus contradicciones esas 自相矛盾 (si ven, ¡hasta sé escribir caracteres! ¡hasta me sé sus dichos y sus historias!), su silencio de catacumba, su bullicio de escarcha escarlata. No ven, escribí en este diario hace unas líneas que Lejos los siento cerca, miren, dije que No los entiendo pero los siento, que el puentecito en Houhai por el que cruzó Marco Polo, las ruinas de una autentica muralla china en Mutianyu, y sentir el libre galope de un caballo salvaje en Mongolia Interior (esa calmada planicie, mi caoyuan) me conmueven hasta las lágrimas ¿y así y todo quieres que me vaya? Yo que te he querido, China, como nadie nunca te querrá, con estas ansias, este ímpetu, que me cerraste tantas puertas en la cara después de que recité versos de ti a todo quien conocía, que por ti deje el Pueblo, mis amigos, mi familia --yo que aun pienso en ti para pasar juntos el resto de mi vida ¿y tú, tú me traicionas así? Si yo estudio en Tsinghua, sí, igual que usted en su jaula de vidrio, el que tiene mi visa y mi futuro en sus manos, la misma Tsinghua donde estudiaron tantos jefes de estado, la que exploré en mi bicicleta oxidada,
donde saboreé su débil sol en un pasto falso de hierbas cortopunzantes, y aun así te amé, China, maldita rancia prostituta traicionera, y aun así, todavía te quiero, y te quiero cerca de mí, porque te llevo adentro, muy adentro.
Pero no soy nada para ti. Ya lo entiendo.
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China me traicionó con los Olímpicos. Los prefirió a ellos que a mí, es claro.
Y yo la entiendo. Era lo mejor para ella. Yo solo quiero que sea feliz. Era, o los Aoyunhui, o inmigrantes bobos enamorados como nosotros. Escogió bien. Pa'fuera todos.
Es sólo que me puede la ironía de que lo que un día me trajo a ti, hoy nos separe.
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Entré a Hong Kong un junio 17 del 2008. Tiempo perfectamente calculado: mi visa en ese momento se vencía el 1ro de julio.
Por enamorada desesperada patetica necesitada y rastrera, no sólo no me dieron visa nueva, además, me quitaron un día.
El 20 de junio, sí, me dieron una nueva visa – pero de 10 días.
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Acerca de mí

- J. J. Jimenez
- Gainesville, FL, United States
- Juliana Jiménez was born in Santa Fe de Bogotá, Colombia. She lived there for 13 years before moving to the U.S., on the 10 am flight on June 20th, 2000. Now she is a Journalism (and Frustrated English) Major and Chinese Minor; a Junior, and anxious about it. She speaks Spanish 89% of her time, English 9% and Chinese 2%. Spanish at home, on the phone, in between classes, in writing, in love. English for Academia and renewing car insurance. Chinese only for text-messages with her Colombian-American-Chinese-Swiss older sister and with her Colombian-American-French-Chinese boyfriend. She lived in Beijing, China for a total of 11 months before she was back-stabbed by the Chinese government.